Estados Unidos está en camino de perder la carrera global de los autos eléctricos
En un mundo perfectamente coordinado, Jeep y Cadillac – dos de las marcas de autos de Estados Unidos más reconocidas en todo el mundo -, habrían celebrado por todo lo alto el debut de sus modelos 100% eléctricos Wagoneer S y Lyriq V.
Sin embargo, la presentación de ambos vehículos ocurrió durante la primera semana de la nueva administración de Donald Trump, quien en una de sus primeras órdenes ejecutivas, canceló los incentivos de $7,500 dólares a la compra o lease de los vehículos eléctrico y los programas para el desarrollo de la electrificación de la industria automotriz en general.
Además, el gobierno de Estados Unidos ha anunciado su intención de imponer aranceles a las importaciones de dos de sus más importantes socios comerciales – Canadá y México -, lo que podría desencadenar una serie de de consecuencias devastadoras no solo para la industria automotriz sino para otros sectores en Norte América.
Según ejecutivos de la industria, esto no solo afectará a los fabricantes de automóviles con mayores costos de producción, despidos masivos y hasta quiebras de proveedores, sino también a los consumidores, quienes ya enfrentan un mercado donde los altos precios ya son un obstáculo: $49,740 dólares en promedios para los modelos con motor de gasolina y $55,544 dólares para los eléctricos.
Si añadimos la disminución en el margen de beneficio neto de los concesionarios —reflejada en los reportes de Presidio Group—, el panorama no es alentador para nadie.
Mercado en crecimiento
En 2024, las ventas de vehículos eléctricos alcanzaron 1.2 millones de unidades en Estados Unidos, representando el 9.2% del mercado, según el informe de la firma de análisis de mercado, J.D. Power.
Si bien esa cifra representa un crecimiento modesto, el mercado de los modelos híbridos (gasolina-eléctricos), agrego 11% al balance final, lo que indica que los consumidores aún no están listos para abandonar por completo los motores de combustión interna.
Sin embargo, una transición lenta de la gasolina a la electricidad, puede ser perjudicial si se compara con el rápido avance de China, que ha convertido a los autos eléctricos en una una prioridad y ya tiene ventaja competitiva en los mercados globales donde no enfrenta aranceles o restricciones a sus operaciones.
“Los híbridos son un camino al infierno”, advirtió recientemente Andy Palmer, el reconocido ejecutivo de la industria automotriz, quien comenzó a trabajar para Nissan en 2002 y ascendió rápidamente hasta convertirse en Director de Operaciones y Jefe de Planificación Global de la empresa japonesa.
“[Los híbridos] son una estrategia de transición, y cuanto más tiempo permanezcas en esa transición, menos rápido te adaptarás al nuevo mundo”, agregó. “Si simplemente se retrasa la transición a los vehículos eléctricos diluyéndola con los híbridos, se pierde competitividad durante más tiempo y se permite que los chinos sigan desarrollando su mercado y su liderazgo. Sinceramente, creo que es una tarea inútil”.
El Congreso por la Alianza para la Innovación Automotriz publicó en octubre pasado una carta en que dejó claro el panorama negativo: “Estados Unidos ya no es el mayor país productor de automóviles. El enfoque estratégico de China en los vehículos eléctricos la ha impulsado al liderazgo mundial”.
Con todo esto, los fabricantes de Estados Unidos, General Motors, Ford Motor Company y las del Grupo Stellantis como Jeep y Dodge, han tenido que reajustar sus estrategias de electrificación, que hasta hace muy poco prometía un futuro totalmente eléctrico, tan pronto como 2030.
Incluso, Tesla que durante la última década dominó el mercado de los autos eléctricos, empezó a perder terreno en las marcas chinas en todo el mundo y podría perder el número uno en ventas ante el gigante chino ByD.
En 2024, el Tesla Model Y dominó las ventas en Estados Unidos como el vehículo eléctrico más vendido con 372,613 unidades, aunque eso representó una caída del 28.6% en comparación con 2023.
Futuro Comprometido
La total desconexión entre la política del nuevo gobierno y la realidad del mercado podría costarle a Estados Unidos su competitividad global, mientras las marcas locales intentan equilibrar la rentabilidad con la sostenibilidad y los consumidores enfrentan precios altos y otros obstáculos para la adopción de le electricidad en los autos, con una infraestructura de carga que aún está lejos de ser ideal.
Al parecer Cadillac, Ford, Jeep y Dodge deberán prepararse para enfrentar a dos enemigos durante los próximos 4 años: China y el gobierno de Estados Unidos.
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