Menos auto por más dinero: nadie se escapa del fenómeno “shrinkflation”

Aunque ya no es noticia que los precios de prácticamente todos los productos y servicios en Estados Unidos han subido de forma acelerada como efecto secundario de la pandemia del COVID-19 y la subsecuente inflación, muchos consumidores apenas se están enterando del fenómeno económico llamado shrinkflation o contracción inflacionaria, que es el proceso por el cual los artículos se reducen en tamaño o cantidad, o se reformulan, mientras sus precios permanecen iguales o aumentan.

Los casos más obvios se han visto recientemente en productos alimentarios como los “snaks” o golosinas que se mostraron en la publicación del presidente Joe Biden durante el Super Bowl, pero también incluyen otras cosas como el papel higiénico, productos de limpieza como el detergente e incluso en las porciones de los restaurantes de “comida rápida”.

El truco no es nuevo, pero todas las industrias lo están aplicando más frecuentemente y con la difusión masiva de las redes sociales, los consumidores ahora están más al tanto.

En los autos, el efecto de la shrinkflation no resulta tan obvio a simple vista, porque mientras un fabricante de papas fritas puede modificar el paquete o simplemente reducir la cantidad de producto que incluye en cada una de las bolsas, los fabricantes de autos no pueden reducir la carrocería de un sedán, SUV o pick up truco, o venderlo con tres ruedas en lugar de cuatro.

Todo empezó en 2020 con la crisis de escasez de inventario creada a raíz de la pandemia, cuando toda la industria automotriz fue víctima de una tormenta perfecta en la que cayó la producción, aumentó la demanda y luego se agravó con los promesas de suministros, particularmente de los microchips, que cada vez son más necesarios en los autos modernos por la gran cantidad de sistemas de tecnología avanzada para la comunicación, seguridad, conectividad y entretenimiento en los vehículos.

Como consecuencia, el precio promedio de un auto nuevo en Estados Unidos se disparó de $41,152 dólares en 2020, hatajo los $48,008 dólares a finales de 2023.

Y a pesar de que la mayoría de los problemas que crearon esta espiral de precios se han resuelto casi en su totalidad, los precios no han bajado, ni bajarán, debido a otra serie de factores secundarios como las altas tasas de interés

Consecuencias para el comprador

Una de las prácticas a las que ha recurrido la industria automotriz es la llamada “descontentación” o en mejor español, la eliminación de contenido en el auto, principalmente en las funciones.

Por ejemplo, el SUV eléctrico Volkswagen ID.4 solo tiene dos botones para subir o bajar las ventanas de las cuatro puertas, por lo que el conductor debe accionar un interruptor para hacer la función de forma individual, con lo que el fabricante se ahorró dos botones en cada uno de los modelos que vende en todo el mundo. Otras funciones, como la apertura de la guantera o los controles del sistema de audio y del aire acondicionado, ahora se realizan a través de la pantalla en lugar de con botones físicos.

En el peor de los casos, algunos fabricantes han empezado a implementar programas de subscripción mensual por funciones que antes estaban incluidas como parte del equipo estándar, o incluso para aumentar la potencia total del motor, como en el caso de algunos modelos de la división de alto desempeño AMG de Mercedes-Benz.

Uber shrinkflation

Otra consecuencia indirecta del fenómeno está relacionado con los servicios de transporte como Uber, que crecieron considerablemente en popularidad durante la pandemia debido a la necesidad de distanciamiento social, y que por supuesto, necesitan de los autos para ofrecer el servicio, y sufren las consecuencias de los aumentos de precios de la gasolina, los costos de reparación y las pólizas de seguro del auto.

Durante la celebración del Día de San Valentín, miles de conductores de servicios como Uber, Lyft y otros, realizaron protestas en los principales aeropuertos del país para exigir mejores condiciones de pago a las compañías que operan dichas plataformas, argumentando que cada vez reciben menos por cada viaje. 

Las compañías respondieron que en aunque el porcentaje de la distribución del pago no ha disminuido, los precios se han visto afectados por el aumento de las pólizas de seguros y los nuevos impuestos a los que son sometidas sus operaciones, por ejemplo en los aeropuertos.

Así que ya sea, en la compra o lease de un auto, al cargar gasolina, en la reparación por un accidente o en la compra de una póliza de seguro, los consumidores deben poner especial atención para, primero, asegurarse que sus vehículos van a funcionar de la manera en que el fabricante cometió que lo harían, y luego saber por todo lo que quizá no desean y por las que pensaban que estaban pagando.

“El público estadounidense está cansado de que lo tomen como tonto”, dijo Biden en su mensaje previo al Super Bowl y aunque no se refirió específicamente a los autos, al parecer el sentimiento se puede aplicar sin discusión alguna.

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